Vida Sana
Pequeños hábitos que mejoran tu bienestar
¿Sabías que?
Los hábitos condicionan tu vida
La fibra clave en tu dieta
Si no tomas fibra estás cometiendo un gran error. La fibra es muy importante para lograr regular el intestino y mantenernos saciados durante mucho más tiempo.
Cambia tu lista de la compra
Si quieres empezar a estar más sano no puedes seguir comiendo como siempre. Las verduras, las hortalizas, la carne, el pescado y las frutas van a ser tus mejores aliados, no lo olvides.
Beber mucha agua
No debe faltar en tu día a día entre litro y medio y dos litros de agua u otras bebidas sin gas. No tomes refrescos azucarados o con burbujas ni tampoco consumas alcohol excepto en ocasiones contadas.
Ni sal, ni azúcar
Cuanto menos azúcar procesado consumas mejor. En cuanto a la sal, tampoco te pases con ella porque además de que puede hacerte retener líquidos será muy perjudicial para ti si tienes la tensión alta.
Planifica mejor para vivir mejor
Muchas veces pasamos tiempo estresados o tenemos conductas no saludables porque no organizamos bien nuestro tiempo. Lo mejor para luchar contra esto es planificar mejor, pensar qué te apetece hacer y organizarte todas las actividades diarias para poder llevar una rutina activa, eficiente y que te haga feliz.
Practicar ejercicio todos los días
Si practicas algún deporte o alguno te llama la atención para empezar a hacerlo, perfecto. Si no, no te preocupes bastará con realizar entre 30 minutos y una hora de actividad cada día, como por ejemplo salir a correr o caminar para ver como tu salud mejora notablemente.
Descansa mejor para sentirte mejor
Y si quieres sentirte muchísimo mejor sin duda no deberías dormir menos de 7 horas. Vete a dormir siempre a la misma hora y recupérate del cansancio.
Di adiós a la vida sedentaria
Desde subir por las escaleras hasta bajarte antes del autobús para andar un rato más. Simplemente cambia tus rutinas sedentarias por rutinas en movimiento y poco a poco empezarás a sentirte mucho más sano y activo/a.
Despídete del estrés
Las prisas, los nervios y el estrés son malos consejeros, así que diles adiós. Reduce tu nivel de estrés hasta eliminarlo por completo de tu vida ya que éste simplemente te hará estar mucho más cansado/a y te impedirá ser feliz.
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Hidrátate
El golpe de calor no tiene nada que ver ni con los «sofocos» ni con el «bochorno» propio del verano; es un riesgo sanitario a tener muy en cuenta.
Es un trastorno que se caracteriza por el fallo de la función de varios órganos internos debido al aumento excesivo de la temperatura dentro del cuerpo.
La temperatura ideal en nuestro organismo debe rondar los 37 grados centígrados; si por cualquier razón sobrepasa los 40 grados y el cuerpo es incapaz de eliminar el exceso de calor, nuestro sistema nervioso comienza a alterarse. Un niño que se deshidrata no puede sudar lo suficiente como para enfriar su cuerpo, y su temperatura corporal se puede elevar hasta provocar el golpe de calor.
El golpe de calor clásico afecta predominantemente a ancianos con una patología previa. El aumento de temperatura progresivo que sufre el organismo agrava los síntomas de su enfermedad, produciendo una merma en su condición de salud general. Además, la enfermedad de base, suele hacer que no puedan beber la suficiente agua para rehidratarse.
El golpe de calor activo, sin embargo, afecta a los jóvenes que practican deporte sin entrenamiento o protección. La producción interna de calor que el cuerpo no está acostumbrado a regular, junto con el aumento de la temperatura ambiental, puede producirles hipertermia.
Por último, los niños son especialmente vulnerables al golpe de calor debido a que su sistema respiratorio no se ha desarrollado aún por completo, y favorece la pérdida de líquidos.
En un bebé, esto puede traducirse en síntomas de letargia y pérdida de conciencia. El niño puede dar la impresión de estar dormido cuando en realidad está muy grave.